La mitad de colegios e institutos de Madrid
prohíben el velo
Educación
rechaza regular el 'hiyab' en clase y deja elegir a los centros
Algunas de las cuatro menores que han decidido llevar 'hiyab' en el instituto de Pozuelo. (Imagen: JJ Guillén / EFE)
Las
connotaciones que acompañan al velo llevan a contemplar a éste, por lo menos,
desde la cautela. Tras él persisten la discriminación sexual y la subyugación
de la mujer, consecuencias, sin duda, propiciadoras de injusticias. Concebir a
la mujer como la reencarnación del pecado, como esa tentación insoportable que
debe permanecer escondida bajo ropajes para ser ofrecida sólo al que será su
señor y dueño absoluto, quedó en los peores siglos de Occidente.
Para
las mujeres de la postmodernidad permitir el velo en las escuelas es un paso
hacia atrás intolerable, aun desde el respeto que se nos exige a personas
educadas en la tolerancia, no deberíamos posicionarnos en la ambigüedad ante los
derechos de la sin razón, teniendo en cuenta que llevar el velo o no
también depende de la manipulación familiar ejercida sobre niñas todavía
inmaduras, en proceso de formación.
Es
deber del extranjero adaptarse al país de acogida. Se procede a ello cuando
mujeres occidentales viajan a países islámicos y se ven obligadas a ponerse el
velo en los lugares públicos que así lo requieren. Y es deber del país de
acogida mantener firme su orden, cuando exigencias extrañas atentan contra
logros conseguidos por su sociedad porque también puede ser irrespetuoso para las
mujeres no islámicas, la visión de un velo que amordaza algo más que el
cabello.
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