El chip

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El Clínic instala un sistema de radiofrecuencia que identifica y localiza a sus pacientes.

El nuevo sistema, pionero a nivel internacional, pretende mejorar la seguridad clínica de los enfermos. Barcelona. (EFE).- Las áreas de Cirugía Mayor Ambulatoria (CMA) y de Cirugía de Corta Estancia (CCE) del Hospital Clínic de Barcelona han instalado un sistema de radiofrecuencia instalado en una pulsera para identificar y localizar en todo momento a los pacientes de esta zona, que es pionero a nivel internacional. (La Vanguardia 08.04.2010)


Que incorporen una pulsera con chip en un hospital afianza la sospecha sobre sólo ser un número, el código de barras amenaza, implacable, a la humanidad. Aceptado el número del DNI, la tarjeta sanitaria, la de crédito..., habría que rebelarse contra los medios de control que disminuyan cualquier tipo de libertad, ya sea, incluso, la de ir al retrete. Son pequeños pasos de avance lo que intentan, siempre en aras de nuestra mayor seguridad y siempre con el temor por delante: así, a usted, no le harán una transfusión que no corresponda con su grupo sanguíneo o no le administraran un medicamento al que es alérgico, incluso no será intervenido del escroto si viene con una apendicitis. No podemos hacer otra cosa que darles las gracias y rezar para que el sistema informático no se bloquee o tenga un virus y acabemos en una operación de cambio de sexo en vez de en la extracción de la muela.  

 

Hay algo indigno, lisonjero, en la sustitución del nombre por un número, se pone de manifiesto en las cárceles, en la guerra, en los campos de concentración, parece la obsesión básica de cualquier tipo de autoridad: la de anularnos y tenernos controlados, la de hacernos sentir presos, elementos nacidos para su entera disposición. Son incorporaciones sibilinas, imperceptibles, que ahuecan la conciencia para que un día aceptemos con normalidad, para estar más seguros, que nos incorporen un chip desde el nacimiento en la mismísima nuca, igual que a los canes.

 

 Entonces, sabrán en todo momento por qué calle transitamos, a quién besamos, qué decidimos..., y cuando el pensamiento no proceda, me atrevo a aventurar una pequeña descarga eléctrica en el cerebro que nos devuelva al orden. Entonces caminaremos con mueca complacida, los ojos perdidos, tranquilos por vivir en una democracia que cuida de nosotros, viviendo en los sueños cuando éramos algo más libres. 

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This page contains a single entry by Susana Plandugal published on April 8, 2010 9:44 AM.

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