No
he podido terminar de ver lo que te hacen. Tú, eres yo y todas las mujeres del mundo.
Representas siglos a los que ya no queremos mirar, pero que siguen ahí.
Discúlpame si cuelgo este video en mi blog, lo creo necesario para concienciar
a quien corresponda; las palabras, una vez dichas, casi nunca se retienen en la
memoria. La violencia contra un prójimo indefenso parece estar en la genética
humana, desconozco si tiene algo que ver con la supervivencia, aunque apuesto
que es más una descarga de rabia hecha desde la pertenencia a un grupo salvaje,
todavía por civilizar. Observo que, además, tienen gusto en grabar con el
teléfono móvil tu ejecución como si se tratara de una hazaña o de un espectáculo
y quiero convertir con mi pequeña aportación su victoria, en la tuya.
Por aquí, en Occidente, en menor escala,
hacen lo mismo, los niños también graban en sus móviles cómo maltratan a otros
niños, por lo usual, indefensos como tú y de igual manera desde la impunidad
del grupo. Imagino qué risa les debe dar a ésos que, arremolinados entorno a
ti, te tiran piedras, te dan patadas, te ponen un adoquín sobre la cabeza para
machacártela, cuando leen noticias sobre la defensa del toro o el derecho de
los animales.
Habría que empezar a pararles los pies, a
no dejarse llevar por una permisividad mal entendida en aras de un respeto
progresista que no tiene en cuenta que hay costumbres que atentan gravemente
contra el otro, sea hombre o mujer; habría que cuestionar a dioses y a templos que
no dejan ser felices; habría que demostrar desde todos los ámbitos el
desprecio del resto de la humanidad a ése o cualquier otro rito mortal que
aplique sufrimiento a una persona; habría que no dejarse colocar pañuelos en la
cabeza ni burkas. Todo ello primeros escalones de un dominio que debe acabarse.
Y, te pido perdón porque no sé a que dios
rezarte.
Leave a comment