Para Dios

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Hola, Dios:

 

Ha sido la Razón la que te ha desechado, no mi debilidad ni el miedo, que siguen siendo tuyos. Ella, la Razón, es la culpable de que ya no observe el mundo desde tu ojo, de que lance la mirada dentro, contra mí misma. Sin tu atalaya los caminos crecen en las ramas y mi tener que elegir se bifurca hacia la ambigüedad infinita del caos humano. Y veo, más que nunca, fundirse en el horizonte el bien y el mal, el sufrimiento y el placer, mientras los mares señorean verdes relativos donde flotamos desorientados náufragos.

 

Pero la Razón ha encontrado la manera de discernir la bondad de la maldad sin ayuda del cielo, el marco de referencia es el que está fuera de mí; ése que como yo existe porque me mira y nos miramos, y es su mirada la que certifica mi existencia como un espejo que me remite a mí misma y me recuerda quien soy. Será a él a quien deba mis juicios y al que respete sin que intervengas.

 

 Dios, el Universo no es más que una confluencia de átomos de combinaciones químicas, tu recompensa del cielo se ha esfumado junto a la amenaza del infierno, y aunque se te olvidó que el fin del hombre es la felicidad, no el temor, quizás ahora, solos, frente a nuestra Razón, esta sublimación del imaginario público que eres tú, un día la echemos de menos.

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This page contains a single entry by Susana Plandugal published on June 20, 2011 12:14 PM.

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